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Chapter 111 - Capítulo 7: Luces de Neón y Secretos de Bolsillo

Hong Kong los recibió con un contraste abrumador después del gélido silencio siberiano. El aire era cálido y húmedo, cargado con el olor a comida callejera y el zumbido constante del tráfico. Las luces de neón pintaban el cielo nocturno con una miríada de colores, creando un espectáculo vibrante que mareaba los sentidos.

En el estrecho callejón donde habían caído sobre el toldo, Aiko ayudó a Arkadi a incorporarse. El mago estaba pálido y sudoroso, con los ojos cerrados y la respiración superficial.

—Está agotado —murmuró Aiko, sintiendo el pulso débil en la muñeca de Arkadi—. El viaje le costó caro.

Volkhov, que había llegado al callejón con una ligera cojera, examinó su entorno con cautela. —Demasiada gente. Demasiado ruido. Necesitamos un lugar seguro donde pueda descansar.

Aiko asintió, su mirada recorriendo los edificios altos que se alzaban a su alrededor. —Un hotel. Necesitamos un hotel.

Volkhov frunció el ceño. —Un hotel en Hong Kong… ¿con qué dinero? No recuerdo que Ryuusei nos haya dado fondos para unas vacaciones.

Aiko sonrió con suficiencia, rebuscando en el bolsillo interior de su abrigo. Sacó una tarjeta de crédito negra, elegante y sin nombre visible.

—Tranquilízate, Volkhov. ¿Olvidaste con quién trabajamos? Ryuusei siempre piensa en todo. Esta tarjeta… está a su nombre. Somos millonarios, ¿lo olvidaste?

Volkhov la miró con incredulidad. —Una tarjeta de crédito… ¿a nombre de Ryuusei? ¿Desde cuándo somos millonarios?

—Desde que decidimos seguir a un hombre que planea cambiar el mundo —respondió Aiko con un encogimiento de hombros—. Confía en mí, esta cosa funciona. La usé una vez para comprar un montón de videojuegos en Moscú. Nadie preguntó nada.

Con Arkadi aún semi-inconsciente, apoyado entre ellos, Aiko y Volkhov salieron del callejón y se mezclaron con la multitud. La habilidad de Aiko para moverse entre la gente sin llamar la atención era sorprendente, y Volkhov, a pesar de su cojera, la seguía de cerca, su mirada alerta ante cualquier posible amenaza.

Encontraron un hotel de aspecto discreto pero elegante en un distrito bullicioso. Aiko, con una confianza que desmentía su edad, se acercó a la recepción y, con una sonrisa encantadora, solicitó una habitación grande con dos camas. La tarjeta de crédito de Ryuusei funcionó sin problemas, y en pocos minutos estaban ayudando a Arkadi a subir por el ascensor hacia su habitación.

La habitación era espaciosa y lujosa, con grandes ventanales que ofrecían una vista impresionante de la ciudad iluminada. Aiko y Volkhov depositaron a Arkadi suavemente en una de las camas. El mago respiraba con dificultad, pero parecía estar durmiendo profundamente.

—Necesita descansar —dijo Aiko, observándolo con preocupación.

Volkhov asintió. —Yo vigilaré. Tú también deberías descansar un poco.

Aiko negó con la cabeza. —No estoy cansada. Pero… mi ropa está hecha un desastre después de la caída. Y tú también estás un poco… andrajoso.

Sonrió con picardía. —Además, estamos en Hong Kong. ¿No crees que deberíamos explorar un poco? Ya sabes… ir de compras, ver las luces…

Volkhov la miró con sorpresa. —¿Ir de compras? ¿En medio de nuestra misión?

—Tenemos tiempo —insistió Aiko—. Arkadi estará inconsciente por un buen rato. Y necesitamos ropa nueva. No podemos ir por la ciudad pareciendo dos vagabundos siberianos. Además… sería divertido. ¿No crees?

Volkhov dudó por un momento. La idea de ir de compras en una ciudad desconocida con Aiko era… inesperada. Pero la verdad era que su ropa también estaba hecha jirones, y un poco de distracción no les vendría mal después de todo lo que habían pasado.

—Supongo que no estaría de más —concedió finalmente Volkhov, una leve sonrisa asomando en su rostro.

Poco después, Aiko y Volkhov salieron del hotel, dejando a Arkadi durmiendo bajo la atenta mirada del personal. Se sumergieron en el vibrante caos de las calles de Hong Kong, la multitud de gente, los letreros luminosos y los puestos de comida creando una atmósfera estimulante.

Aiko, con una energía contagiosa, arrastró a Volkhov de tienda en tienda, probándose ropa extravagante y riéndose de las expresiones de sorpresa del ex soldado. Encontraron una tienda de ropa táctica donde Volkhov pudo reemplazar su abrigo dañado y conseguir algunas prendas más prácticas para el clima cálido de Hong Kong. Aiko, por su parte, se decantó por un conjunto más informal pero elegante, que le permitía moverse con libertad sin llamar demasiado la atención.

Mientras caminaban por un mercado nocturno lleno de vida, Aiko se detuvo frente a un puesto que vendía armas antiguas. Sus ojos se posaron en una katana de hoja oscura, similar a la que llevaba consigo. La tomó en sus manos, sintiendo el peso equilibrado y el filo afilado.

—Siempre he preferido la katana —comentó Aiko, notando la mirada de Volkhov—. Es más ágil y precisa para mi estilo de combate. La espada era… más pesada.

Volkhov asintió, comprendiendo. Nunca le había preguntado directamente sobre su elección de arma, pero la explicación tenía sentido.

Continuaron paseando por la ciudad, probando diferentes tipos de comida callejera, maravillándose con los rascacielos iluminados y disfrutando de la sensación de anonimato en la multitud. Por un momento, olvidaron la peligrosa misión que tenían entre manos y simplemente se permitieron ser turistas en una ciudad fascinante.

Mientras caminaban por un parque tranquilo, lejos del bullicio de las calles principales, Aiko se detuvo y se volvió hacia Volkhov.

—Gracias —dijo con una sonrisa sincera—. Por venir conmigo. Por… todo.

Volkhov la miró, sorprendido por la repentina muestra de vulnerabilidad. —Siempre te cubriré las espaldas, Aiko. Lo sabes.

Se quedaron en silencio por un momento, la confianza entre ellos creciendo en el aire cálido de la noche. A pesar de la diferencia de edad y sus personalidades contrastantes, se habían convertido en un equipo sólido, unidos por su lealtad a Ryuusei y por las peligrosas experiencias que habían compartido.

Finalmente, decidieron que era hora de regresar al hotel. Arkadi necesitaba descansar, y ellos también debían prepararse para lo que vendría después. Al entrar en la habitación, encontraron al mago aún dormido, su respiración ahora más tranquila y regular.

Aiko y Volkhov se miraron, un entendimiento tácito entre ellos. Su breve respiro en Hong Kong había sido bienvenido, pero sabían que la búsqueda de Amber Lee y los misterios que rodeaban a Ryuusei los esperaban. Y juntos, estaban listos para enfrentarlos.

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