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Chapter 14 - Episodio 3: ‘Un viaje interrumpido’ Parte 1

Se sintió como un viaje corto para los dos. Al bajar la montaña, ya se había cumplido el quinto día desde que ambos escaparon del Bastión Inmortal. El pueblo de Rokrund estaba relativamente cerca, pero Midas seguía creyendo que esto no era una buena idea.

En primer lugar, ambos se ven extremadamente sospechosos. Midas tiene el inhibidor que ata sus manos y Briar la picota sobre sus hombros. Es demasiado obvio que ambos se escaparon de algún lugar. Si la gente de este lugar no sospecha nada de ellos, entonces eso quiere decir que son muy tontos.

En fin. Rokrund tiene una que otra historia sobre el largo legado de conquista de Noxus. Se supone que la actual general Ambessa tuvo una historia de guerra en este lugar mientras estaba embarazada. Midas lo escuchó antes de ser encerrado en el Bastión, de ahí la razón por la que piensa que entrar a este lugar es una mala idea.

—Si vamos a conseguir un barco, necesitamos dinero para pagarlo. No podemos robarnos uno así como lo hicimos con el mapa.

Un viaje en barco seguramente tenga un precio de unas veinte monedas de plata si se tiene en cuenta la inflación en los últimos diez años en los que Midas estuvo prisionero. Dos monedas de oro también serían suficiente, pero ahora mismo…

—Ya veo. No tenemos ni una sola moneda. Somos pobres. ¿Robamos algunas monedas?—dijo ella, con una sonrisa animada en la cara. La idea de robar surgió de ella naturalmente, como si no viese el acto de arrebatarle dinero a otra persona como algo malo.

Ante la sugerencia de Briar, Midas suspiró pesadamente. Robar no era una mala opción, pero eso ahora no es posible. Para robar se necesitan unas manos ágiles y libres y Midas solo cumple con uno de esos requisitos.

—Si yo pudiera hacerlo ya lo hubiera hecho. Tenemos que pensar en algo, pero no se me ocurre nada. En primer lugar, debemos pensar en cómo entraremos a Rokrund sin llamar la atención. Yo puedo disimular mi inhibidor, pero contigo es un caso aparte.

—La picota, si. ¿Y si me la quito y entramos al pueblo?

Con cara de póker, ante la sonrisa inocente de Briar, Midas la miró directo a los ojos y le dijo: "No"

Midas fue testigo de lo que pasa cuando Briar se quita la picota. Él no podía arriesgarse a tener un monstruo sediento de sangre atacando Rokrund. Eso arruinaría todo y se quedarían atrapados en Noxus durante el siguiente mes, eso si es que logran salir de Rokrund con vida.

—Entonces, ¿tienes una idea mejor, Midas? Porque yo soy muy mala pensando en cosas

Ella movió las manos en negación.

Era plausible entrar a Rokrund y conseguir un trabajo que genere dinero rápido, pero las discapacidades de Midas y Briar eran un impedimento. Midas pensó en eso con una expresión seria. Caminó de un lado a otro diciendo: "Déjame pensar"

Las opciones son nulas. Las probabilidades estaban en su contra y el día apenas comenzaba. No hay nada que puedan hacer.

Qué problema. Hubiera sido mejor seguir el camino a pie. Muy tarde para arrepentirse, este hombre se miró las manos. Observó el metal dorado que subía por sus muñecas y suspiró. Un nuevo pensamiento nació. Pensar que tendría que usar esta maldición para algo tan estúpido… Me hace sentir patético.

Lo que Midas había pensado era literalmente el camino fácil. Usar magia. Hay sociedades enteras que consideran la magia como un tabú, algo horrendo y algo a lo que se le debe temer. Midas era consciente de ello, pues incluso su hermana mayor le tenía miedo a la magia. La mayoría de este miedo se debía a una guerra que tuvo lugar en el pasado… [Las Guerras Rúnicas] Pero no puedes simplemente privar a un mago de su poder, pues en algún momento este deberá usar el maná que fluye por su cuerpo. Para Midas, este era ese momento.

Sin embargo, el hombre aún teme a su propio poder. Midas está decidido a no abrir este inhibidor. Si su poder llega a explotar como aquel día, muchas vidas se perderían otra vez.

Pero si abro está cosa… Aah… debe haber algo que yo pueda hacer sin abrir el inhibidor. Pensar, pensar, pensar. No hay otra cosa que Midas pueda hacer.

En ese momento, Briar se aburrió de esperar a Midas así que comenzó a patear las piedras en el suelo contra los troncos de los árboles. El golpe sonaba como una puerta. Toc, toc, con cada piedra que chocaba contra la madera. Cada golpe hacía a Midas desconcentrarse. Cada "toc" hacía que Midas levantase los hombros con un suave espasmo en respuesta. Y en el sexto "toc", Midas miró a Briar patear las piedras y tuvo una idea.

—Briar…

—¿Uh? ¿Ya se te ocurrió algo?

Midas miró los pies de Briar. Miró las piedras pequeñas bajo los pies descalzos de la chica.

—Si… recoge tantas piedras pequeñas como puedas. Sujetarlas en tu mano y acércate a mi.

—... ¿Qué?

Para Briar fue una petición sin sentido, pero para Midas era la oportunidad de conseguir dinero sin poner en peligro a los que le rodean. Este poder lo tiene traumado, pero iba a usar este trauma para regresar a casa. Es lo que un hombre, no, es lo que una persona decente y cuerda haría. Superar el dolor y sufrimiento a través de sus propias debilidades.

Es un pequeño paso para superar este trauma, pero sin duda era algo bueno.

—Está bien, Briar. Hazlo. Te aseguro que funcionará.

—Si tú lo dices…

Sin entender bien lo que estaba haciendo, Briar se agachó y comenzó a recoger las piedritas con tamaños similares a los dientes de un niño. A pesar de la misión aleatoria que se le encargó, Briar sintió que buscar piedras pequeñas era divertido. Ella tarareaba mientras recogía las piedras, esperando alguna palabra del hombre que se quedó viendo a la nada mientras pensaba.

Al ver a Briar haciendo el trabajo sucio, Midas decidió darle un vistazo a los alrededores.

Sé que va a funcionar, es obvio. Lo que no sé es cómo nos irá cuando entremos a ese lugar. Espero que no haya sorpresas indeseadas… La preocupación de Midas era entendible. Este hombre ha estado tratando de tomar el camino más seguro desde que comenzó este viaje. Y más que sentir miedo a la muerte o al sufrimiento durante el viaje, Midas solo quiere regresar a casa vivo. Después de eso, incluso si muere, Midas podrá morir sabiendo que su hermana mayor está bien.

Claro, morir no es algo que Midas desee. Al menos, ese pensamiento se esfumó cuando salió de la celda.

—¡Oye, Midas! ¿Con esto es suficiente?

Briar tenía cerca de veinte piedritas en cada mano. Midas asintió y ambos se acercaron.

—Y, ¿ahora qué?

Ante la pregunta de Briar, Midas estiró los brazos apuntando al suelo y movió los antebrazos de forma que quedó un pequeño agujero donde una piedra del tamaño de un diente pudiera entrar en el inhibidor.

—Déjalas caer una por una. Creo que pueden caber cinco piedras entre mis manos así que hazlo.

—Wow. Creo que ya sé lo que intentas hacer. Se ve divertido. Déjame comenzar.

Con curiosidad, Briar dejó caer cinco piedras en la mano de Midas. Una que otra piedra se le cayó en el camino, pero realmente no era importante. Lo emocionante estaba pasando entre las manos de Midas.

Las piedras entraron al inhibidor y, en el momento que tocaron las manos doradas de Midas, el místico color dorado transformó las piedras. Cada piedra cambió su constitución y los elementos que lo conforman, manchándose de color dorado como si fuera sangre y finalmente transformándose en oro.

—¿Eso es todo? ¿No hay brillos locos o sonidos místicos?

—La magia no siempre es tan sorprendente como piensas, Briar. La magia en sí es una de las fuerzas fundamentales del universo. Tiene diversas formas, principios y ramas que se extienden entre los conocimientos de los seres pensantes. Cada forma de magia es diferente. Mi magia, la tuya… La magia de las personas que nos convirtieron en monstruos. Puedes esperar un gran espectáculo de un mago o simplemente algo más modesto como lo que pasa en mi caso.

—Pero, ¿tienes alguna magia que se vea genial?

Midas frunció el ceño en muestra de confusión. —La magia no existe para verse bien, sino para controlar los principios de nuestro mundo. Claro, habrá magia que será un verdadero espectáculo, pero así son las cosas. No siempre tienes lo que quieres. Ahora veamos el resultado de nuestra magia.

Al levantar las manos, Midas dejó caer las pequeñas piedras doradas en el suelo.

—Jajaja. Las piedras se volvieron brillantes. Su brillo es muy lindo.

Las piedras de oro, tiradas en el suelo, por un instante le recordaron a Midas el día en el que su poder explotó. Antes de quedarse embobado viendo el oro para recordar los traumas, Midas negó con un movimiento de cabeza y se agachó.

—No son monedas, pero sigue siendo oro. Nos servirá para comprar ropa nueva y unas mochilas en las que llevar nuestras pertenencias.

—¿Ropa? ¿Qué tiene de malo mi ropa?

—... Es mejor cambiar nuestra ropa para parecer viajeros reales, eso levantará menos sospechas. Además, tu ropa está rota, Briar, al igual que la mía. También quiero unos zapatos. He olvidado la última vez que usé unos…

—No quiero ropa nueva. Me gusta mi ropa. Es más, ¡prefiero andar por ahí desnuda que cambiar mi ropa!

—¿Desnuda? … Briar, por favor, no hagas eso…—La cara de Midas se encendió en rojo carmesí. La vívida imagen de ese momento en la cueva regresó a su mente con total claridad. A pesar de que él había tenido la suerte de olvidar ese momento, lo que Briar dijo se lo recordó.

—¡Jajaja! ¿Qué le pasa a tu cara? ¡Se puso roja! ¿Eso es parte de tu magia?

Midas solo cerró la boca. No valía la pena seguir con el tema. Briar es demasiado espontánea para su gusto, tanto que a veces se vuelve agobiante. Claro, Midas no odia eso, pero se necesitaba un estómago de acero para digerir estos momentos.

En fin. Midas siguió con el trabajo de generar dinero gratis. Era bastante conveniente tener el poder de convertir en oro todo lo que tocas, lo malo es que eso viene con muy grandes desventajas.

Al terminar el trabajo, Midas arrancó parte del extremo de la capa de Briar. Usando los dientes y la ayuda de las manos libres de Briar, amarraron el trozo de tela para convertirlo en una pequeña bolsa. Ahí va el dinero.

Con eso listo, ambos finalmente entraron a Rokrund. Este era un antiguo asentamiento costero, bañado por oscuras y brumosas aguas que rompen contra la costa. A la lejanía se pueden ver barcos y botes en el mar, seguramente de pescadores y viajeros. 

Rokrund no es realmente un lugar que tenga influencia de la milicia de Noxus, por eso, el primer vistazo que Briar y Midas se llevaron fue el de un gran pueblo tranquilo en las costas de Noxus. El cielo azul despejado rompió completamente con el clima que estos dos vivieron en los últimos días. Además, parecía un sueño ver señales de civilización después de esos pocos días.

Al pasar por la entrada de Rokrund, ambos fueron recibidos por una gran bestia de grandes colmillos y orejas pequeñas llena de cicatrices. Esta criatura, Tuskbeast, más parecida a un elefante, miró a Midas a los ojos. Al recibir la mirada extraña de la enorme bestia, el cuerpo de Midas se puso rígido como una roca. Él no esperaba encontrarse con una bestia así, además, al ser una criatura bastante intimidante, Midas no pudo evitar sentir miedo.

—¡Awwww! ¡Eres adorable!—gritó Briar detrás del oído de Midas, acto seguido, se acercó al elefante para acariciarlo. —¡Mira lo grande que es este tipo, Midas!

Ella se veía como una niña en una dulcería, pero para Midas esto fue diferente. Él se veía asustado y Briar rápidamente se dio cuenta de eso. Es como si ella pudiera oler el miedo o algo así.

—¿Midas? Te ves como un espantapájaros. No me digas que le tienes miedo a esta adorable abominación. Es tan lindo que me dan ganas de comérmelo.

Parecía una broma, pero Briar, desde el punto de vista de Midas, también cumple a la perfección con la descripción de una "adorable abominación". Y ahora que se dio cuenta de eso… Es cierto. He estado viajando con alguien peor que una tuskbeast. Ni siquiera sé por qué me asusté tanto… Se aclaró la garganta para contestar a las palabras anteriores de Briar.

—No. No le tengo miedo. Es solo que me sorprendió ver una bestia que es usada en la guerra, no debería estar aquí. Normalmente estas cosas siempre tienen armaduras muy pesadas y hay soldados a sus espaldas.

—¡Ooh! Es cierto. He visto a estos tipos en el campo de batalla. Yo pensaba que eran robots zombis…

—Lamento romper tus suposiciones, señorita misteriosa—dijo una voz de repente. Era la voz de un hombre mayor, un anciano.

Frente a la primera cabaña costera que se podía ver al entrar a Rokrund, un hombre apareció. Era un hombre viejo, sosteniéndose de su bastón. Midas frunció el ceño al ver que el anciano tenía prótesis metálicas en uno de sus brazos y ambas piernas. Además, este tipo estaba cubierto de cicatrices, al igual que la tuskbeast.

Midas se puso a la defensiva, olvidando por completo que una bestia que seguramente pesa doscientas veces más que él estaba a su lado. —Y, ¿usted es?

El anciano respondió con calma. —Soy un viejo entrometido. Me da curiosidad saber de donde se escaparon ustedes dos. Las noticias vuelan, al menos para mí.

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