Con la esperanza de todos los presentes en la base en sus manos, Yu decidió pelear. No tenía entrenamiento, pero algo era claro: ese poder era suyo, y debía luchar sin pensarlo dos veces. Sin dudarlo, arremetió contra el kaiju con una velocidad y precisión que ni el modelo más avanzado de Ultraman Robo había logrado. El robot se movía con tal exactitud que no parecía una máquina, sino un ser humano peleando con la agilidad de un guerrero experimentado.
En la base, el coronel miraba los monitores, desesperado por obtener una respuesta. Volvió a preguntar a los científicos: "¿Quién está piloteando el nuevo modelo?". Todos los científicos intentaron darle una respuesta, pero los instrumentos eran claros: no había piloto en la cabina. Lo que significaba, en teoría, que el piloto y el robot eran ahora uno solo. En ese instante, uno de los científicos murmuró, incrédulo: "Imposible... la sincronización es perfecta". Nadie en la sala lo creyó, pero lo estaban viendo. El nuevo modelo de Ultraman Robo ya tenía un piloto. Y aunque nadie lo entendía, algo era claro: no sabían quién era.
El Ultraman Robo luchaba con fuerza, y, finalmente, logró vencer al kaiju. Pero en ese momento, los monitores en la sala de control estallaron en alarmas. Un segundo kaiju se acercaba, y el nuevo modelo aún no lo había detectado. El coronel, preocupado, se dirigió rápidamente a los micrófonos y ordenó: "¡Cuidado! Otro kaiju se acerca a las 12 en punto."
No hubo respuesta inmediata. Pasaron dos largos minutos, hasta que, de repente, una voz conocida salió de los altavoces. "Recibido."
El corazón del coronel se detuvo al reconocer esa voz. Con un nudo en la garganta, susurró, casi sin creerlo: "Yu... ¿eres tú?"
Desde los altavoces, la voz de Yu respondió con calma, pero con una extraña incertidumbre: "No lo sé."
El coronel, aún atónito, insistió: "¿Cómo que no lo sabes?"
Yu, sin perder la serenidad, explicó: "Mi cuerpo sigue dentro de la cabina, lo puedo sentir, pero mi mente está conectada al robot. En este momento, no siento mi piel, sino el metal del robot. Siento como si tuviera tacto... y siento el poder del nuevo modelo. Su poder... mi poder es inmenso."
El coronel, mirando la pantalla, veía cómo el segundo kaiju se acercaba cada vez más. Dejó de lado sus sentimientos como padre y, centrado en el objetivo de su misión como líder del Proyecto Ultraman Robo, tomó una respiración profunda y dijo, con voz firme: "Yu, ahora pelea por la humanidad. Ese es y siempre ha sido tu destino."
Con esas palabras, Yu corrió hacia el kaiju para enfrentarlo, sabiendo que no podía fallar. Pero, en medio de la batalla, hubo un pequeño detalle: el Ultraman Robo cayó de rodillas. En su mente, Yu vio cómo se desplegaban los planos de todas las armas que el robot tenía. No solo era un robot de combate cuerpo a cuerpo; era una máquina de guerra, el heraldo de la muerte para los kaiju.
En la sala de control, los científicos y el coronel no sabían qué había sucedido hasta que en las pantallas surgió una notificación que decía: "Control maestro desbloqueado, activando armamento oculto". Nadie entendía lo que eso significaba. Se suponía que el nuevo modelo era solo un robot de combate cuerpo a cuerpo, hasta que uno de los científicos, visiblemente sorprendido, exclamó: "¡Imposible! ¡Él no debería tener acceso a ese sistema!"
El científico explicó rápidamente: "En secreto, incorporé un sistema adicional al nuevo modelo. Un sistema de armamento que ensambla el arma que el piloto elija... solo en casos de extrema necesidad."
La sala se sumió en un silencio tenso. Nadie sabía cómo había ocurrido, pero ahora el Ultraman Robo, bajo el control de Yu, no solo era un combatiente letal en el cuerpo a cuerpo, sino también una máquina de destrucción imparable, capaz de elegir el arma más adecuada para cada situación.
Justo en el momento en que el kaiju iba a atacar al nuevo modelo, este reaccionó. Con una espada recién ensamblada, hizo frente al monstruo. La agilidad del robot era colosal, luchando de igual a igual contra el kaiju, algo que antes era impensable. La batalla fue intensa, pero con un movimiento casi quirúrgico, el robot mutiló la cabeza del kaiju, acabando con él de un solo golpe.
Todos en la base saltaron de alegría al ver la victoria. Sin embargo, el Ultraman Robo no se detuvo ahí. Se dirigió hacia las ruinas de la base, cuando de repente, un sonido alertó a Yu. Una compuerta secreta se abrió, y todos los científicos, incluyendo su padre, salieron a recibirlo.
Por primera vez desde que se enlazó con el robot, Yu desactivó la conexión, regresando su conciencia a su cuerpo. Descendió del robot, y mientras caminaba hacia su padre, las secuelas de la batalla comenzaron a hacer efecto. Su cuerpo se desmayó en el suelo, agotado y afectado por el esfuerzo extremo. Los científicos corrieron a auxiliarlo, y uno de ellos exclamó con urgencia: "¡Rápido, hay que estabilizarlo!"