Cherreads

Chapter 21 - Capítulo 20: Lo que necesito.

POV. Amy

El aire dentro del CDC era diferente. No olía a muerte, ni a tierra húmeda, ni al sudor rancio del campamento. Había electricidad, agua caliente y camas de verdad. Todo lo que habían perdido en el mundo exterior estaba allí, al alcance de la mano. Pero Amy no podía relajarse.

Sonreía mientras conversaba con Andrea y Jacqui, riendo con ellas, disfrutando del momento, pero poco a poco su risa se fue apagando. No podía evitar notar a Daniel.

Al principio, lo ignoró. Siempre tenía esa mirada analítica, como si evaluara constantemente todo lo que lo rodeaba, pero esta vez era distinto. Mientras los demás comían y reían, él apenas tocaba su comida. Su mirada recorría la habitación con una intensidad calculadora, sin perder un solo detalle.

No se aislaba, pero tampoco se integraba del todo. Se mantenía cerca, escuchando, observando. Su presencia no era imponente como la de Shane, pero tenía algo distinto. Algo que lo hacía destacar.

Firmeza.

Daniel no obedecía órdenes. Lo había demostrado cuando Shane intentó imponer su autoridad sobre sus suministros. Lo pidió con su tono habitual, esperando que se acatara sin discusión. Pero Daniel, con la misma calma con la que hacía todo, simplemente se negó. Sin alzar la voz, sin agresividad, solo con lógica.

—No arriesgué mi cuello para que alguien más decida por mí.

Amy recordó la expresión de Shane, la tensión en su mandíbula. No le gustaba que lo desafiaran, pero no pudo responder. Nadie se le enfrentaba… excepto Daniel.

Eso significaba algo.

Pero lo que más había dejado huella en ella fue la noche del ataque en la cantera.

El instante en que estuvo a punto de morir.

Todo ocurrió demasiado rápido. No tuvo tiempo de gritar. El caminante casi la derribó, su aliento fétido impregnando el aire a su alrededor. Amy sintió el frío absoluto de la desesperación, la certeza de que ahí terminaría todo. Hasta que una explosión ahogada cortó el momento y la sangre mancho su rostro.

Un disparo.

El caminante se desplomó, inerte. Cuando logró reaccionar, sus ojos encontraron a Daniel, con el arma aún humeante y su expresión impasible.

Desde entonces, lo había observado más de cerca.

No tenía el idealismo de Rick, ni la impulsividad de Shane. Tampoco se aferraba a una moral inquebrantable. Simplemente hacía lo que debía hacerse.

Frío. Calculador. Pragmático. Y, sobre todo, desconfiado.

Amy lo notó desde el principio. La forma en que estudiaba a cada persona, evaluando quién era útil y quién un problema. No era un héroe, pero tampoco un monstruo.

Y eso era exactamente lo que ella necesitaba.

Desde el ataque en la cantera, su visión del mundo había cambiado. Comprendió que no bastaba con ser buena persona o esperar que todo mejorara. Las personas fuertes sobrevivían. Las débiles morían.

Y ella… ella no era fuerte.

Siempre había confiado en su hermana y en el grupo para mantenerse a salvo. Pero ahora veía algo que antes había ignorado: Andrea no era una garantía.

La amaba, sí, pero Andrea estaba atrapada en su propio miedo. Su obsesión por demostrar fortaleza la hacía depender demasiado de su arma, como si el metal frío pudiera sustituir la verdadera confianza en sí misma.

Amy lo notaba en su mirada, en la forma en que se aferraba a la pistola como un salvavidas. No, Andrea no era débil, pero tampoco era alguien en quien pudiera depositar su supervivencia sin cuestionamientos.

Por primera vez, Amy se preguntó si su hermana realmente podría protegerla cuando llegara el momento.

Sus pensamientos la llevaron inevitablemente a Lori y Shane.

Desde pequeña, Amy había sido observadora. Leía los gestos, las miradas, los silencios. Por eso notó antes que nadie lo que ocurría entre ellos antes de que Rick apareciera.

No era amor lo que los unía. Al menos, no el tipo de amor que la gente esperaba.

Lori no se acercó a Shane porque lo amara. Se acercó porque lo necesitaba.

El mundo se había venido abajo y ella había buscado apoyo en alguien fuerte. Alguien que pudiera protegerla a ella y a Carl. En un mundo donde la muerte acechaba en cada esquina, el afecto venía empaquetado con la necesidad de sobrevivir.

Amy no la juzgaba. La entendía.

Y ahora, en el CDC, sentía la misma urgencia.

Después de todo lo que había pasado, después de ver lo fácil que era perderlo todo en un instante, Amy entendió que la supervivencia no dependía del cariño, sino de saber en quién confiar cuando el mundo se desmoronaba.

Necesitaba a alguien fuerte. Pero no como Shane, que confundía fuerza con dominación. No como Andrea, que intentaba convencerse de que era más dura de lo que realmente era.

Daniel.

Él no hacía grandes discursos ni prometía seguridad. No necesitaba demostrar su poder a cada paso. Simplemente actuaba.

No se trataba de amor. Ni de romance.

Amy no quería a Daniel en ese sentido. No lo veía como un compañero sentimental, ni buscaba su afecto. Era supervivencia.

Andrea seguía siendo su hermana. La amaba profundamente. Pero en este nuevo mundo, el amor no bastaba.

Si todo se iba al infierno, si llegaba el momento en que su vida dependiera de alguien más… sabía que Daniel sería la mejor apuesta para seguir con vida.

Amy bajó la vista a su plato, revolviendo la comida con el tenedor sin mucho interés. La conversación y la risa seguían alrededor, pero su mente estaba en otro lugar.

Si este lugar era tan seguro, ¿por qué Daniel no parecía creerlo?

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La luz tenue iluminaba los pasillos vacíos del CDC mientras Amy avanzaba con pasos silenciosos.

El sonido de la risa y la conversación se había desvanecido cuando todos se retiraron a sus habitaciones. Andrea estaba exhausta y ni siquiera cuestionó cuando Amy dijo que se tomaría unos minutos más para relajarse.

Pero la verdad era que no estaba buscando relajarse.

Estaba buscando a Daniel.

Había pasado todo el día observándolo, sintiendo esa creciente necesidad de entenderlo, de acercarse a él. Y ahora, sola en el pasillo, con la piel aún caliente tras la ducha y el pulso acelerado, había tomado una decisión y decidió actuar.

Se detuvo frente a la puerta que recordaba como suya.

Respiró hondo, sintiendo el nerviosismo crecer en su pecho. ¿Qué estaba haciendo?

Había sido un impulso. Un pensamiento insistente que se había convertido en acción antes de que pudiera detenerse.

Pero si había algo que Amy sabía, era que el mundo ya no dejaba espacio para las dudas.

Si quería algo, tenía que tomarlo.

Golpeó la puerta con suavidad, pero con la suficiente firmeza para que supiera que no era un error.

No tardó en escuchar el sonido de pasos al otro lado. La puerta se abrió, revelando a Daniel con su expresión imperturbable. Como si ya supiera que ella vendría.

—Amy.

No fue una pregunta. No fue una sorpresa.

Amy sintió un escalofrío recorrer su espalda.

—¿Puedo pasar?

Daniel la observó por un instante, evaluándola. Finalmente, se hizo a un lado y dejó que entrara.

Amy avanzó lentamente, sintiendo cómo el aire en la habitación se volvía más pesado.

No era como el resto de las habitaciones del grupo.

La cama apenas estaba usada. Su mochila seguía cerrada, lista para partir en cualquier momento. No había señales de que se estuviera instalando, como si el CDC no fuera más que una parada temporal.

Daniel cerró la puerta detrás de ella con calma.

Amy se mordió el labio, sin apartar la mirada de él,dio un paso más cerca, su corazón latiendo con fuerza.

—Eres el único aquí que no está disfrutando esto —susurró, levantando la vista hacia él—. ¿Siempre eres así?

Daniel inclinó la cabeza levemente.

—¿Así cómo?

—Como si nada de esto te afectara. Como si ya supieras cómo va a terminar todo.

Él sostuvo su mirada sin responder. Pero no necesitaba hacerlo. La respuesta estaba en sus ojos.

Amy tragó saliva y antes de perder el valor, levantó su mano temblorosa y la apoyó suavemente en su pecho, sintiendo la firmeza de su torso bajo su palma.

Daniel no se apartó. No la rechazó, ni se movió. Solo permaneció allí, quieto, observándola como si estuviera esperando algo, como si hubiera anticipado lo que ella estaba a punto de hacer. Amy sintió cómo su respiración se aceleraba. No entendía completamente lo que estaba pasando, pero la incertidumbre se mezclaba con una necesidad primordial, una que nunca había sentido antes, ni siquiera en los momentos más caóticos del mundo exterior.

Finalmente, Daniel habló, su tono bajo y sin titubeos, como siempre.

—¿Estás segura de lo que quieres?

Amy lo miró a los ojos, sin dudar un solo segundo. Había llegado hasta allí por una razón. El miedo y la incertidumbre no podían detenerla ahora.

—Sí.

En un solo movimiento, Daniel la empujó contra la pared, su cuerpo presionando el suyo de forma tan abrupta que el aire se le escapó de los pulmones. Amy quedó inmovilizada por un instante, sorprendida por la velocidad y la fuerza con la que él actuó. La frialdad de su cuerpo contra el suyo hizo que su mente se nublara.

Aunque no esperaba amor tampoco esperaba esto. No esperaba la fuerza, la certeza, esa sensación de ser tomada por completo sin ningún espacio para escapar.

El temor no tardó en aparecer, un miedo momentáneo que la hizo preguntarse si había hecho lo correcto. ¿Era esto lo que quería? Sus dedos se aferraron a la tela de su camiseta, el corazón latiendo con fuerza en su pecho. ¿Lo quería de esa manera?

Pero antes de que pudiera responderse a sí misma, Daniel la besó, un beso corto, rápido, pero feroz. No le dio tiempo para procesarlo, para decidir si era lo que esperaba. El beso fue como una declaración en sí misma, como si él tomara lo que se le ofrecía sin dudar.

Amy sintió un estremecimiento recorriendo su cuerpo, una sensación extraña que no podía explicar, que nunca había sentido antes. La ansiedad y la necesidad se entrelazaban, y por un instante, Amy no sabía si lo que estaba pasando era lo que realmente quería, pero era lo único que sabía que podía ser real en este momento.

La incertidumbre se convirtió en un suspiro entrecortado mientras se quedaba allí, contra la pared, con la sensación de que todo lo que conocía sobre sí misma estaba cambiando.

—No tienes que temer —dijo Daniel, su voz baja y autoritaria, con una declaración clara.

Su mano se posó en su cadera con una firmeza que casi dolía, y sus labios se acercaron a los de ella, sus lenguas se enredaron con deseo y dominio, no le dio espacio para pensar. Amy sintió un estremecimiento recorrer su cuerpo, la ansiedad y sensación autoritaria pero no desagradable la animaron sin que ella lo esperará.

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Nota de autor:

¡Gracias por su apoyo y paciencia!

Quiero agradecer a todos los que siguen mi fanfic, tanto a los lectores de siempre como a los nuevos seguidores. Su interés y comentarios hacen que seguir escribiendo valga la pena.

Me disculpo por la falta de actualizaciones recientes. Últimamente, mi carga de trabajo ha aumentado, lo que ha dificultado mantener el ritmo de las publicaciones. Mi objetivo sigue siendo subir mínimo un capítulo por día, pero si en algún momento paso varios días sin actualizar, no significa que haya abandonado la historia, solo que estoy retrasado.

Además, debido a esto, también me he atrasado en responder sus comentarios. Aprecio mucho cada uno de ellos y trataré de ponerme al corriente lo antes posible.

Gracias por su paciencia y apoyo. ¡Seguiré trabajando para traerles más capítulos pronto!

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