Una mañana, mientras revisaba un viejo periódico, Lucas leyó sobre un concurso de arte que se llevaría a cabo en la ciudad vecina. El ganador recibiría una beca para estudiar en una prestigiosa academia de arte. Era la oportunidad que Lucas había estado esperando. Con una mezcla de emoción y miedo, se lo contó a Ana, quien lo animó a participar.
Durante semanas, Lucas trabajó arduamente en su pintura más ambiciosa: un mural que representaba su vida, su familia y sus sueños. Ana lo ayudaba, ofreciendo su crítica constructiva y su apoyo incondicional. Cuando llegó el día del concurso, Lucas estaba nervioso pero decidido.