El día del concurso fue un torbellino de emociones. Lucas se enfrentó a artistas talentosos de toda la región, y al final, su mural fue presentado ante un jurado respetado. Mientras esperaban los resultados, Lucas se sintió abrumado por la incertidumbre y la presión. Pero, al mirar a Ana, recordó por qué había comenzado a pintar en primer lugar: la pasión, la libertad, el deseo de expresarse.
Finalmente, los resultados fueron anunciados. El corazón de Lucas latía con fuerza mientras escuchaban los nombres de los finalistas. Cuando su nombre resonó por el altavoz como el ganador, no pudo contener las lágrimas. La alegría lo invadió y, entre abrazos y risas, Ana lo felicito, sus ojos brillando de orgullo.
Con la beca en mano, Lucas comenzó un nuevo capítulo en su vida. Se trasladó a la ciudad para estudiar arte, creando un futuro que antes parecía inalcanzable. Y aunque la distancia los separó físicamente, él y Ana prometieron mantenerse en contacto, compartiendo sus sueños y apoyándose mutuamente.