Cherreads

Chapter 12 - El Despertar de los Dragones

El cielo estaba en llamas. El resplandor carmesí de las llamas consumía las sombras de la noche, tiñendo la luna de escarlata. Entre la devastación del campo de batalla, donde hielo y fuego aún humeaban entre cuerpos y ruinas, Yukari se mantenía firme, su silueta solitaria contra el rugido del destino.

Desde las alturas, el dragón carmesí descendía. Majestuoso y temible, su vuelo cortaba el aire con una violencia primitiva. Cada batir de alas provocaba ondas de calor que deformaban el horizonte. Su mera presencia hacía temblar la tierra.

Los soldados de Azran retrocedieron, la valentía quebrada por el miedo ancestral que susurraba una verdad antigua: ante un dragón, no hay ejército que resista.

—Un dragón... —murmuró Airi, los labios apenas separados, como si temiera ser escuchada por la bestia.

Desde una colina, el jinete oscuro observaba. Su armadura brillaba bajo el fuego, su corcel relinchaba con nerviosismo. Sus ojos escarlata se clavaron en Yukari, con una sonrisa que no alcanzaba a ser humana.

—No es un simple enemigo —dijo con frialdad—. Es el eco del poder de nuestra reina.

Yukari sintió que algo se agitaba dentro de ella. No era temor, sino una vibración extraña... familiar. Como si el aura de esa criatura despertara un recuerdo dormido. No podía pensar en eso ahora.

El dragón rugió. Un chorro de fuego se precipitó hacia las tropas. El general Siegfried gritó órdenes entre el caos.

—¡Defensiva! ¡Escudos al frente!

Pero Yukari no se movió. Su lanza brilló con un resplandor helado. Cerró los ojos y respiró hondo.

—Entonces lucharé... con todo lo que tengo.

El suelo crujía bajo sus pies al congelarse. Una ventisca brotó desde su cuerpo, helando incluso las llamas cercanas. El aire se volvió cristalino y cortante.

El jinete la observaba con interés creciente.

—Entonces es cierto... Aún no habías mostrado tu verdadero poder.

Un nuevo rugido rasgó los cielos. Esta vez no era fuego. Era hielo.

Desde la tormenta que Yukari conjuraba emergió otra silueta: gigantesca, serena, letal. Escamas como cristal, ojos que brillaban como zafiros en la noche.

Un dragón de hielo.

Las tropas quedaron en silencio. Ni Azran ni Iskers podían creer lo que veían. Dos colosos frente a frente. El aliento gélido del uno se enfrentaba al fuego abrasador del otro. Una danza de destrucción y equilibrio.

El jinete frunció los labios.

—Así que no somos los únicos con un arma secreta...

El choque fue brutal. Fuego y escarcha colisionaban en medio del cielo. Las explosiones de vapor convertían la noche en una tormenta caótica. A cada impacto, la tierra temblaba, los soldados se protegían los rostros, los caballos se encabritaban.

Pero Yukari no se contentó con observar. Apretó su lanza, su mirada se volvió acerada.

—No puedo dejarlo todo en manos del dragón...

Avanzó entre el caos, deslizándose como sombra entre fuego y escarcha. Los caballeros de Iskers intentaron detenerla. Ella levantó la lanza.

—¡Fuera de mi camino!

Una onda congelante se expandió, atrapando en escarcha a todos los que osaron interponerse. Saltó, y en un destello blanco, se posó sobre el lomo de su dragón. El cielo era su campo.

El dragón carmesí lanzó una llamarada. Yukari alzó un muro de hielo. Las energías colisionaron, rompiendo el equilibrio del aire. Pero no flaqueó.

—¡Ahora!

Saltó desde las alturas como una estrella fugaz helada. Su lanza envuelta en un resplandor letal.

El impacto fue directo. Un estallido de hielo surgió desde el pecho del dragón carmesí. Su rugido fue agónico, sus alas se quebraron, y el fuego comenzó a apagarse.

Desde la colina, el jinete oscureció su rostro.

—…No. Aún no.

Extendió la mano y una sombra lo cubrió todo. El dragón herido fue envuelto por la oscuridad. En un parpadeo, desaparecieron.

Solo quedó el silencio.

Yukari aterrizó en el suelo, su lanza clavada en la tierra humeante. Su pecho se alzaba rápido, pero sus ojos seguían fríos. Había ganado.

Por ahora.

More Chapters